Diez razones para comprar en una plaza de mercado.

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Los olores y  colores exaltan mis sentidos y escucho que me dicen ¡Amor que necesitas!,  estoy en la plaza del siete de Agosto de Bogotá. Me siento atraída por la cultura popular que encuentro en este lugar, por la variedad de alimentos frescos, por la información de las regiones donde los cultivan y por comprar a granel.

Andando por  los estrechos corredores me dejo llevar por los aromas y encuentro un puesto de café: pido un tinto (café sin leche) que me cuesta menos de la mitad que el que venden en los cafés más populares de la ciudad, lo acompaño con una arepa de maíz Santandereana,  a mi alrededor solo veo un escenario que abruma mis sentidos.

Mi rutina es bien particular. Empiezo por la nueces y semillas: mientras le paso al tendero, que ya me conoce, una de mis bolsitas de tela,  él me dice con una sonrisa ¡ésta le quedó mejor hecha! después le paso otra que llenará con nueces, compro otras cosas que me hacen falta pero que por ahora no compro a granel como harina de sagú o de otras variedades exóticas que difícilmente encontraré en un supermercado. Después de pagarle me da una ñapa (en Colombiano significa un regalo por la compra) esta vez es un delicioso turrón de ajonjolí.

Plaza del siete de Agosto, Bogotá Fotografía por: Fernando Galindo

Plaza del siete de Agosto, Bogotá
Fotografía por: Fernando Galindo

Paso a comprar los granos en un puesto que tiene sesenta años de antigüedad, y me atienden como siempre una pareja  que me recuerda la dulzura de mis abuelos,  esta vez como novedad voy a llevar arroz de los Llanos que es algo amarillo y largo, muy diferente del que encuentro en los supermercados, la libra la pesan en una báscula antigua y me cuesta Col$1.800, también paso por otros puestos y me animo a comprar algunas especias y hierbas, moras y fresas para hacer mermeladas.

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Plaza del siete de Agosto, Bogotá Fotografía por: Fernando Galindo

Encuentro tanta vida y variedad en este espacio que reflexiono acerca de las razones para seguir comprando en plazas y mercados tradicionales, y me llegan a la mente las siguientes:

  1. Al comprar en estos espacios se apoyan las economías campesinas, las cuales tienen un menor impacto ambiental en cuanto a las necesidades de transporte.
  2. Se ayuda a preservar las semillas ancestrales que por lo general ofrecen alimentos más integrales y nutritivos que los que se producen a nivel industrializado y/o transgénico.
  3. Te ofrecen más alimentos y menos productos alimenticios procesados,  y su consumo  es más saludable y nutritivo.
  4. Se puede conseguir alimentos de temporada  que están en su mejor momento en cuanto a sabor, precio y valor nutricional.
  5. Los alimentos se pueden comprar a granel  con lo cual  compras lo que necesitas, se evita  el empaque y el desperdicio.
  6. Se tiene una mayor variedad de alimentos para escoger.
  7. El contacto que se tienen con la realidad del campo es más cercano.
  8. Se pueden obtener mejores precios debido a que la intermediación es menor.
  9. No te venden publicidad, ni tienes que escuchar la música del supermercado o anuncios por los parlantes.
  10. Además es delicioso y divertido.

Llegué al puesto de las artesanías, no compraré mi alcancía de barro, será en la próxima oportunidad; me siento con un poco más de energía que con la que llegue ¿Será que de tanto escuchar  “linda, mi amor, ¿en qué la puedo atender?” mi autoestima subió un poquito más? ¿Serán los colores vibrantes y  los fragantes olores de las frutas y las legumbres?  ¿Serán las sonrisas de los tenderos y la charla amena que tuve con varios de ellos? No lo sé, lo único que sé es que volveré, me encanta venir aquí.

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Mis compras a granel